Artículos y publicaciones

Duelo

16 Ene

Cómo ayudar en la pérdida de un ser querido

Si quieres ayudar a un familiar o amigo que ha perdido a un ser querido y no sabes cómo (ya que puedes sentirte sin saber qué hacer ni cómo actuar), te propongo que tengas en cuenta las siguientes recomendaciones.   Normaliza la situación. Es normal que ante la pérdida de un ser querido la persona sienta una gran variedad de sentimientos, emociones…   Deja que se desahogue. Debemos permitirle que sienta y exprese libremente su dolor, tristeza, miedo, rabia… por la muerte del ser querido, ya que suele ayudar a elaborar el duelo. Si llora, lo que más necesita en estos momentos es tu presencia, cercanía, compañía y afecto.   Evita frases hechas. Si no sabes qué decir… no digas nada. Limítate a estar presente, acompañando, escuchando… es mejor el silencio que frases tipo: “Así ha dejado de sufrir”,       “El tiempo lo cura todo”… ya que el duelo nunca se cura; uno se recupera con el tiempo (que es muy distinto), y existirán momentos difíciles en el futuro donde la persona debe trabajarse activamente para recuperarse.   No temas mostrar tus propias emociones. Si tienes ganas de llorar, llora. La otra persona verá que a ti también te ha afectado porque también te importaba. Esto facilitará que se sienta comprendido.   Permite que hable del ser querido fallecido. Permite que hable todo el tiempo que haga falta y compartir recuerdos de la persona fallecida. Recordar a la persona querida es un consuelo para los supervivientes. Repetir y evocar los recuerdos es parte del camino que se tiene que recorrer. Como bien decía Jorge Bucay en “El camino de las lágrimas”:

“Es mediante la actualización y la expresión de los sentimientos que la persona en duelo se puede sentir aliviada y liberada”.

 
También hay que tener en cuenta que hay personas que viven un duelo privado y no les gusta exteriorizar sus emociones, en este caso respetaremos también esta necesidad de no hablar.   Facilita la despedida. Ir al tanatorio, ver el cadáver, ir al entierro… para que se acepte la realidad de la ausencia y no se elaboren creencias falsas sobre el hecho.   Mantén el contacto. Cuando hayan pasado unos días, puedes quedar para tomar un café, dar un paseo, enviar un whatsap, hacer una llamada telefónica … el contacto puede mantenerse de muchas maneras. Los cumpleaños y las fiestas son momentos dolorosos en los que podemos hacer un esfuerzo especial para estar cerca de la persona en duelo.   A veces es necesaria la ayuda de un profesional de la Psicología para que ayude a elaborar el duelo.
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20 Oct

¿Cómo hablar de la muerte con los niños?

¿Qué es morir? Morir es terminar de vivir. Explicaciones tales como: “está en el cielo”, “desapareció”... no son tranquilizantes si no se les explica claramente que de lo que se trata es del final de una vida. No debemos engañarles diciendo: “cuando seamos muy mayores”. Sabemos que lamentablemente no es siempre así: mueren bebés, niños, jóvenes, adultos, mayores… morimos cuando se nos acaba la vida. Todo lo que nace, muere. Siempre hay que decir la verdad y adaptar el mensaje a la edad del niño. Hay que decirles que ese ser querido: abuelo, primo… se ha muerto y no vamos a verle más, que va a estar en nuestro recuerdo, que hemos estado muy a gusto mientras hemos estado con él. Hasta los 6 años los niños no se angustiarán con el tema de la muerte, hablarán con naturalidad y después de obtener las respuestas que buscaban, continuaran con sus juegos, sus películas… nos angustiamos los adultos. Cuando los niños no hacen preguntas acerca de la muerte de un ser querido no significa que no las tengan. Ellos perciben que formularlas abiertamente provoca angustia y incomodidad en los adultos. La muerte sigue siendo un tema tabú hoy en día pero debemos enseñar al niño a manifestar sus propias emociones. Debemos observar su comportamiento y ayudarles a gestionar y vivir la tristeza porque también ellos necesitan llorar una pérdida y necesitan apoyo, comprensión y cariño. Dependiendo de la edad de éstos puedan manifestar sus emociones a través del llanto, del dibujo, de las verbalizaciones… Tampoco no es nada recomendable dejar a los niños al margen de las ceremonias de despedida. A partir de los 10 años ya comprenden lo que ha ocurrido, pueden ir a ver a un enfermo, a una funeral, a un cementerio a llevar flores… siempre y cuando la familia le explique el por qué hace eso. Con eso no quiero decir que tengan que ir a un tanatorio, porque los féretros acostumbran a estar abiertos; tampoco no hace falta explicar detalles del fallecimiento (y más si este ha sido por suicidio), o que vean el cadáver, porque les va a costar asimilarlo. Pero sí que puedan asistir a las ceremonias de despedida, y en especial aquellas que son un homenaje a la vida de modo que tengan los mejores recuerdos de la persona fallecida.   Algunas posibles respuestas a preguntas complejas. La muerte se puede explicar en términos de ausencia de funciones vitales, por ejemplo: las personas se mueren cuando ya no respiran, no comen, no hablan, no piensan y no sienten. Ante la respuesta de: "¿Cuándo te morirás tú? " La mejor manera para contestar puede ser: "¿Te preocupa que no esté aquí para cuidarte? Yo no pienso morirme en mucho tiempo. Espero estar aquí para cuidarte todo el tiempo que necesites. Pero si mamá y papá se mueren, habrán muchas personas que te cuidarán: el abuelo, la abuela, los tíos…" Y por último, no es nada recomendable comparar la muerte con el sueño, ya que pueden sentirse confundidos y empezar a tener miedo de irse a la cama por si se quedan dormidos y no se despiertan. Finalizo este post con esta frase de Elisabeth Kubler-Ross que espero que te inspire:

“Es sólo cuando realmente sabemos y entendemos que tenemos un tiempo limitado en la tierra - y que no tenemos manera de saber cuando nuestro tiempo se ha acabado, que entonces comenzará a vivir cada día al máximo, como si fuera el único que teníamos”

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7 Jul

¿Cómo trabajo el afrontamiento del duelo?

Si quieres conocer las fases del duelo, te invito a que leas el post que escribí en su día, está en este enlace: Conoce las fases del duelo En este post, te explico los pasos que trabajamos en consulta para afrontarlo.   Primero: Aceptar la realidad de la pérdida donde se habla de las circunstancias que rodearon a ésta: ¿Cómo ocurrió? ¿Qué estabas haciendo tú?... Segundo: Ayudar a identificar los sentimientos y trabajar las emociones junto con el dolor de la pérdida donde se reconoce y se trabaja: el miedo, la culpa, la ansiedad, la tristeza, la impotencia… Tercero: Adaptarse a un medio en el que la persona querida ya no está. En esta etapa se ayuda a la persona a asumir los roles a los que no está acostumbrada, a desarrollar habilidades que nunca había tenido y seguir adelante; con un nuevo sentido de sí misma y del medio. Una vez se ha llegado a esta etapa, recomiendo NO tomar decisiones que signifiquen cambios importantes en tu vida. Cuarto: Recolocar emocionalmente a la persona querida y continuar viviendo nuestra vida.   Junto con esto pasos, nos damos un tiempo para elaborar el duelo que depende mucho de las características personales de cada uno y del grado de afinidad y/o relación que se tenía con la persona que ya no está.   Es importante normalizar las experiencias de tener alucinaciones, preocupación por la persona que ya no está… entre otros.   A continuación te listo una serie de manifestaciones que entran dentro del duelo normal. A nivel de sentimientos: tristeza, enfado, ansiedad, shock… A nivel de sensaciones físicas: opresión en el pecho, debilidad muscular, falta de energía… A nivel de cogniciones: confusión, incredibilidad, sentido de presencia… A nivel de conductas: trastornos del sueño y de la alimentación, soñar con el ser querido, llorar… También examinamos diferentes estilos de afrontamiento y identificamos patologías (si las hubiera), si el duelo acaba desarrollándose como un duelo patológico. Para considerarlo como tal, la persona tiene que mostrar tres de estos síntomas por más de seis meses:
  • Fuertes sentimientos de añoranza de la persona fallecida.
  • Intenso sentimiento de soledad, aún estando acompañados.
  • Fuertes sentimientos de ira relacionados con la muerte.
  • Sentimiento de que la vida no tiene sentido sin la persona fallecida.
  • Dificultad para aceptar la muerte.
  • Evitar a personas, lugares o cosas que traigan recuerdos de la persona fallecida.
  • Fuerte necesidad de tocar, ver, oler o escuchar cosas sobre la persona fallecida ya que de esta manera se siente más cerca de ésta.
Espero que te haya resultado de utilidad lo que has leído y si crees que puede ayudar a otras personas, te invito a que lo compartas.   Tal como decía Elisabeth Kubler-Ross:  

“Es sólo cuando realmente sabemos y entendemos que tenemos un tiempo limitado en la tierra (y que no tenemos manera de saber cuándo nuestro tiempo se ha acabado), entonces comenzaremos a vivir cada día al máximo, como si fuera el único que teníamos”

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9 Dic
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¿Cómo sobrevivir a una Navidad con ausencias?

La Navidad nos invita a celebrar y compartir con la familia, de este  modo se presentan importantes retos para aquellas familias que han perdido a un ser querido, y más especialmente si la pérdida se ha producido recientemente, y este es el primer año en el que se debe afrontar la celebración de la Navidad. ¿Cómo celebrar las fiestas si me siento triste por la pérdida reciente de un ser querido? ¿Tiene sentido celebrar algo cuándo no se tiene ánimo de hacerlo? En estas fechas, aquellas personas que se encuentran en un proceso de duelo se sienten todavía más tristes, sin fuerzas para decorar la casa, comprar regalos, organizar comidas familiares… y hay una nueva invitada a la mesa: la ausencia; el vacío que ha dejado el ser querido que ya no está. Hay distintas formas en las que una familia se enfrenta a ello, es decir, qué hacen y cómo lo hacen, que recursos ponen en marcha para dar respuesta al evento al que se están enfrentando. La familia tendrá que hacer esfuerzos (cognitivos y conductuales) para manejar las necesidades propias y del resto de familiares, quizás con temor a no ser capaces de afrontarlas. Es por ello que muchas familias actúan como si no hubiera ocurrido nada, desviando la mirada del lugar que ocupaba el fallecido en la mesa de Navidad. Esta es una reacción comprensible ya que el dolor es tan intenso que se intenta evitarlo a toda costa, lo malo es que no hay lugar para la expresión del dolor. Otras formas de “evitación”  y que no van a ayudar en absoluto, pueden ser: consumo excesivo de alcohol, ingesta y compras compulsivas… En definitiva, con este tipo de afrontamiento no se resuelve el problema y se pierde una oportunidad para compartir el dolor de la ausencia con nuestros seres queridos. Sin embargo, otras familias optan por una estrategia de afrontamiento activa. ¿De qué manera? La persona fallecida no está, pero sigue presente en el recuerdo de todos. Los familiares han acordado qué hacer con el espacio vacío que hay en la mesa en las fiestas de Navidad. Algunas colocan una vela encendida, o una fotografía…, como símbolo de reconocimiento y respeto al fallecido. En ocasiones, hay familias que incluyen en el menú el plato preferido del fallecido a modo de homenaje. Hay quien prefiere hacer un brindis por la memoria de quién ya no está… Se trata de pequeños rituales que permiten compartir el dolor y expresar el vínculo afectivo que persiste con la persona que murió. En este tipo de estrategia los familiares se dan permiso para hablar de cómo se sienten ante la ausencia, y entienden que es natural que en determinados momentos alguien necesite llorar o sentirse triste. Otras familias reorganizan las funciones y los roles, tratando de encontrar una nueva forma de celebrar las navidades que resulte satisfactoria para todos sus miembros: quizás sea un buen momento para reinventar una nueva Navidad adaptando los rituales y costumbres navideños a la nueva situación. No existe una forma mejor ni peor de afrontar las fiestas navideñas cuando se está en duelo. Cada familia debe encontrar una manera de organizarlas que haga sentir bien a todos sus miembros, consiguiendo que éstas no impliquen un dolor añadido al de la pérdida. No te preocupes si estás brindando por el año nuevo y se te escapan las lágrimas, no importa si ríes mientras le recuerdas, sólo tienes que tener presente que el hecho de que hayas perdido a alguien a quien quieres no implica que la vida no siga su curso ni debes de sentirte culpable por ello. Seguro que tienes motivos por los que sonreír cada día, y tienes familia, amigos… que pueden ayudarte en estos momentos “difíciles”; y te ayudarán a mostrar la mejor de tus sonrisas a la vida y dedicársela a quien has perdido, porque si no lo haces por ti, házlo por ellos.
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3 Oct
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Conoce las fases del duelo

La pérdida de un ser querido, una separación, dejar nuestra ciudad …, todo esto implica un duelo que hay que pasar. Es doloroso, pero necesario enfrentarnos a esta situación para seguir adelante con nuestra vida. Cada circunstancia necesita un tiempo para poderla integrar y aceptar. Este tiempo y este afrontamiento es lo que llamamos  proceso de duelo.   El tiempo del duelo Se trata de un proceso con sus correspondientes fases que dependiendo de las circunstancias que rodearon el suceso van a ser muy determinantes, así como la vinculación afectiva y los lazos de dependencia que la persona en duelo tenía con su ser querido. Las pérdidas no son comparables (aunque compartan circunstancias similares), ni el tiempo de duelo va a ser igual para dos personas que han sufrido la misma pérdida. Por lo tanto, cada persona necesita su tiempo, ya que cada persona hace su camino a un ritmo. Lo importante es avanzar, aunque sea muy lentamente, en el proceso de duelo.   Distintas fases del duelo Os voy a exponer las cinco etapas del duelo que identificó Elisabeth Kübler-Ross (experta en duelo y muerte)  por las que pasan aquellos  padres cuando uno de sus hijos muere, y etapas extensivas a otras pérdidas afectivas y materiales. Siéntete libre de identificarte con alguna de estas etapas si estás en periodo de duelo y fíjate dónde estás tú y cómo te sientes en ese estado.
  • Negación y aislamiento: la negación nos permite amortiguar el dolor ante una dolorosa noticia inesperada o una importante pérdida. Es un mecanismo de defensa provisional.
  • Ira:la negación es sustituida por la rabia, la envidia y el resentimiento. Surgen todos los “¿por qué?”. Es una fase difícil de afrontar para la persona y para los familiares cercanos. En esta etapa, la persona en duelo suele quejarse por todo, interpreta las situaciones negativamente, puede responder con dolor y lágrimas …
  • Negociación: ante la dificultad de afrontar la difícil realidad, surge la fase donde se manifiesta el propósito de intentar llegar a un acuerdo para tratar de superar la vivencia traumática (con  la persona que ha perdido…).
  • Depresión:cuando las personas se dan cuenta de lo infructuosa que se vuelve su negación de la pérdida, se debilitan, adelgazan o engordan, aparecen otros síntomas y predomina en ellas una profunda tristeza. Es un estado, en general, temporal y preparatorio para la aceptación de la realidad. Expresar el dolor, dejar que las emociones vengan y se vayan, permitirse estar como están… son maneras para poder llegar a la aceptación final. Es  necesario que las personas de alrededor acepten el estado de la persona doliente sin repetirle constantemente que no esté triste. Es una etapa en la que necesita mucha comunicación verbal porque tienen mucho para compartir. La familia y/o amigos del doliente pueden transmitirle más afecto y apoyo acariciándoles las manos o simplemente permaneciendo en silencio a su lado.
  • Aceptación: quien ha pasado por las etapas anteriores en las que pudo expresar sus sentimientos, el dolor, la ira, el malestar por la pérdida…, contemplará el futuro con más tranquilidad. En esta etapa se empieza a sentir cierta paz, se puede experimentar bienestar estando solos o acompañados, se va superando la necesidad de hablar del propio dolor…
  La vida y el corazón se van recomponiendo. Agradecer, pedir perdón y perdonar es necesario para adquirir la serenidad de aceptar lo sucedido, sentirnos dichosos por el tiempo de vida compartido, y trascender más allá de la pérdida a un nuevo estilo de vida donde ya somos capaces de vivir nuestro presente, proyectándonos hacia el futuro, recordando con una sonrisa y cuando lo deseemos a esa persona como la parte importante que ha tenido en nuestra existencia. Es la última fase del proceso donde reorganizamos nuestro sentido vital y espiritual de lo que significa VIVIR.  
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